Estrés laboral en altos directivos: cómo asistir al psicólogo puede ayudar
Estrés laboral en altos directivos: cómo asistir al psicólogo puede ayudar
Te explicamos cómo la intervención psicológica ayuda a los líderes del mundo de la empresa.

Hay quienes ocupan puestos directivos y empiezan a notar cambios en su energía, en su descanso o en su capacidad para concentrarse. A veces siguen adelante como si nada porque creen que forma parte del cargo, pero el cuerpo y la mente envían señales constantes de que algo necesita atención.
No es raro que esto aparezca cuando la responsabilidad crece, pero ojo, normalizarlo no ayuda. Comprender cómo surge este estrés y qué pasos pueden aliviarlo permite que muchas personas en estos cargos recuperen estabilidad y claridad.
El estrés laboral: ¿cómo afecta a quienes ocupan puestos directivos?
El estrés laboral afecta a mucha gente, pero en los altos directivos suele sentirse distinto. La mezcla de decisiones difíciles, presión diaria y la expectativa de que “siempre hay que rendir” hace que el impacto sea mucho más fuerte de lo que a veces se reconoce.
Hay varias investigaciones que explican por qué pasa esto. Por ejemplo, el modelo de demandas y control de Karasek muestra algo que cualquier directivo reconoce enseguida: cuando las exigencias suben y la sensación de control baja, el estrés se dispara. Y es justo lo que ocurre cuando tienes que responder por todo, incluso por cosas que no dependen completamente de ti.
También hay mucha literatura sobre el burnout, que han visto cómo los roles con mucha responsabilidad son más propensos al agotamiento emocional. Y eso aplica tanto para quienes están empezando en la dirección como para quienes ya llevan muchos años ahí. La presión no distingue experiencia.
A esto hay que sumarle el entorno. Cambios económicos, tensiones internas, inversionistas o clientes que quieren resultados rápidos… con razones así es normal que muchos líderes sientan que no hay respiro. Cuando la cabeza está en modo “alerta” todo el tiempo, el cuerpo termina pasándole la factura.
De hecho, estudios como los de la Asociación Americana de Psicología, en sus informes Work and Well-Being, muestran que una buena parte de los directivos reporta ansiedad, agotamiento y un cansancio que no se va ni con vacaciones. Y no es porque no sepan manejar la presión; es porque la presión simplemente no baja.
Razones por las que los altos directivos resultan tan afectados
Cuando se mira con calma por qué el estrés pega tan fuerte en la alta dirección, suelen aparecer tres frentes que se repiten bastante. No siempre están separados con claridad, pero juntos explican por qué la presión se siente tan constante.
Por un lado está lo que ocurre dentro de la empresa. Ambientes tensos, roles poco definidos, exigencias que cambian de un momento a otro o recursos que no alcanzan hacen que muchos líderes vivan el día a día con la sensación de ir resolviendo urgencias sin parar. Así cuesta encontrar espacio para pensar, planear o simplemente bajar el ritmo.
Luego está el entorno externo. Por ejemplo: la competencia, las expectativas de clientes e inversionistas y la inestabilidad económica mantienen a muchos directivos en estado de alerta permanente. Aunque las decisiones ya estén tomadas, el contexto sigue presionando y empuja a sostener un ritmo que agota.
Y, por último, está lo personal. Cada persona llega al cargo con su propia forma de afrontar la presión. Quienes todavía se están ajustando al rol suelen sentir más tensión, y la sensación de control afecta muchísimo.
Cuando se percibe que las cosas se pueden manejar, el estrés resulta más llevadero. Cuando todo parece moverse demasiado rápido, el cansancio aparece antes y con más fuerza.
Cómo se manifiesta el estrés en personas que lideran equipos
Cuando el estrés empieza a acumularse, las personas que están al frente de una organización suelen notarlo en áreas muy distintas de su vida. Al principio puede parecer algo puntual, pero con el tiempo esas señales se vuelven más claras.
A continuación, mencionaremos algunas de las manifestaciones más comunes:
1. Cambios físicos
- Tensión muscular constante.
- Dolores de cabeza frecuentes.
- Malestar digestivo.
- Sensación de cansancio que no desaparece con el descanso.
- Alteraciones del sueño o despertares repetidos.
2. Cambios emocionales
- Irritabilidad inesperada.
- Agobio durante situaciones cotidianas.
- Nerviosismo sostenido.
- Sensación de estar siempre “en alerta”.
3. Cambios en la concentración
- Dificultad para mantener el foco.
- Bloqueos frente a decisiones que antes fluían con facilidad.
- Pensamientos que giran alrededor del trabajo incluso en espacios personales.
4. Cambios en la conducta
- Jornadas exageradamente largas.
- Aislamiento del equipo o de la familia.
- Reducción de actividades personales que antes resultaban agradables.
Claves para gestionar mejor las presiones laborales
A veces el estrés se va infiltrando de forma tan natural en la rutina que cuesta notar cuándo empezó todo, por eso conviene parar un momento y ver qué pequeñas cosas puedes ajustar para sentirte un poco más estable en el día a día. Por ejemplo, las siguientes estrategias, usadas a menudo en el ámbito de la psicoterapia, suelen ser eficaces:
1. Ajustar el ritmo diario
Muchas personas que dirigen equipos van de reunión en reunión sin un respiro, y eso afecta más de lo que parece. Tomarte unos minutos entre tareas, cerrar los ojos un instante o simplemente estirarte ayuda a que el cuerpo afloje.
Dormir mejor y proteger momentos de descanso, aunque sean cortos, también ayuda un montón a la manera en que enfrentas el día.
2. Revisar expectativas y límites
En los puestos altos suele existir la sensación de que debes responder a todo, y rápido. Pero recuerda que no todo requiere tu atención inmediata. Mirar qué tareas puedes delegar o posponer libera bastante la agenda.
También sirve marcar un horario claro para cerrar la jornada, porque si ese límite no existe, el trabajo se cuela en cualquier momento. Y hacerlo no resta compromiso; más bien te permite llegar al día siguiente con más energía.
3. Incorporar hábitos que bajen la tensión
Hay gestos simples que calman más de lo que imaginas: respirar hondo antes de una reunión complicada, tomar unos minutos sin pantallas cuando llegas a casa o usar una técnica breve de atención plena cuando notas que la mente corre demasiado.
Estas son prácticas pequeñas que encajan incluso en una agenda llena y que ayudan a recuperar claridad cuando todo va muy rápido.
Cómo la terapia psicológica puede aliviar el estrés en la alta dirección
Hablar con un psicólogo suele convertirse en uno de los pocos espacios donde no hace falta rendir ni demostrar nada. Es un lugar para poner sobre la mesa cómo estás llevando la presión, qué te exige más de la cuenta y qué hábitos podrías ajustar para que el día a día no resulte tan agotador.
Y es que la intervención psicológica es un contexto en el que los directivos y jefes de departamento pueden dar un paso atrás, distanciarse de las metas a corto plazo típicas de su rol profesional, y replantearse sus prioridades, valores y motivaciones desde la perspectiva de su propio desarrollo personal y de su salud mental.
Es decir, muchos directivos valoran tener un espacio así porque nadie espera respuestas rápidas ni decisiones impecables. Allí pueden frenar un poco, revisar situaciones con más calma y encontrar maneras más llevaderas de relacionarse con el trabajo, sin que todo gire alrededor de la urgencia.
Además, se ha visto que cuando las intervenciones se enfocan en personas que lideran, los efectos no quedan solo en el bienestar personal. También se nota en cómo se comunican, cómo toman decisiones y cómo acompañan a sus equipos en momentos exigentes.