12 Historias de amor y caos que estallaron frente al altar
12 Historias de amor y caos que estallaron frente al altar

1. “Nos echaron del lugar de nuestra boda”

Mi esposo y yo habíamos reservado un precioso salón para nuestro banquete de bodas. Todo iba de maravilla, los invitados reían y bailaban, y mi marido y yo nos lo estábamos pasando en grande, hasta que el encargado del lugar apartó a la coordinadora de nuestra boda y le dijo con firmeza que todos teníamos que irnos porque el equipo de limpieza tenía que venir a preparar otra boda que se celebraría al día siguiente.
Eran solo las 9 de la noche. Estaba a punto de echarle la bronca al encargado del lugar por no habernos informado con antelación cuando mi cuñado tuvo la fantástica idea de trasladar la fiesta al patio trasero de mi suegra, que era lo suficientemente grande como para meter a los 60 invitados. Después de pasar de contrabando los aperitivos y las bebidas desde el lugar de celebración, nos metimos todos a empujones en cualquier coche disponible, mi esposo y yo acabamos en la parte trasera de la camioneta de nuestro vecino, con uno de mis compañeros de trabajo, dos de los padrinos y nuestra sobrina de 17 años.
Cuando llegamos al patio trasero, alguien ya había sacado las bebidas y los aperitivos, e inesperadamente convertimos la recepción en el patio trasero en la mejor parte de una noche ya de por sí estupenda.
2. La dama de honor contratada

En vísperas de mi boda, tuve una combinación de amigas embarazadas que no podían viajar al extranjero, y el drama general del grupo de amigas, así que decidí contratar a una dama de honor para sentirme un poco más segura el día de mi boda. ¡Fue una gran experiencia!
Era tan fácil llevarse bien con la chica que contraté, que sentí como si la conociera de toda la vida, y fue tan reconfortante saber que tenía a alguien a mi lado que no iba a flaquear ni a hacer nada que causara drama en la boda. Les dije a mis invitados que nos habíamos conocido en una actividad externa y nadie lo puso en duda, así que todos pensaron que éramos amigas desde hacía tiempo.
3. Los que no se presentan

Tuvimos una boda de destino, aunque el “destino” era la ciudad natal de mi esposo, donde aún vive su familia. Elegimos un salón (con catering incluido) que exigía un gasto mínimo, algo que fácilmente habríamos alcanzado si al menos el 75 % de nuestra lista de invitados hubiera asistido. Pero, en las semanas previas a la boda, cuando quedó claro que no íbamos a llegar al mínimo, el salón nos sugirió mejorar algunos de nuestros servicios.
Así que añadimos una barra de ostras. También mejoramos todos nuestros canapés. ¡Terminó siendo maravilloso! Las mesas en el salón de la recepción estaban distribuidas de manera que no se viera vacío ni que faltara gente. Al final, fue la noche más mágica de nuestras vidas. Me da tristeza que todas esas otras personas no hayan venido, pero bueno, ¡ellos se lo perdieron! Nosotros y nuestros invitados la pasamos increíble.
4. Un desastre floral… casi

Mi hermana (también conocida como mi salvavidas) fue la encargada de las flores y, aunque su intención era buena, las cosas no salieron bien. Encontró una empresa de flores de madera en Internet y, al principio, me mostré escéptica. Siempre me había imaginado flores frescas, pero la idea de tener algo que no se marchitara y que pudiera conservarse para siempre era bastante atractiva.
Hizo el pedido casi un mes antes, pensando que íbamos muy adelantados, pero no se dio cuenta de que la personalización (como teñir, dar forma…) llevaría mucho más tiempo del previsto, porque no teníamos ni idea de ello. Así que, en lugar de estar listas, las flores llegaron lisas y completamente inacabadas unas dos semanas antes de la boda. Entramos en pánico.
Ya me estaba ahogando en el caos de la boda de última hora, y ahora teníamos que teñir y arreglar cada una de las flores nosotras mismas. No tenía ni idea de lo que estaba haciendo, y los primeros intentos de colorearlas fueron un desastre. Imagíname sentada en mi cocina, cubierta de pintura, llorando sobre un montón de flores extrañamente rayadas, mientras mi hermana no paraba de decir: “Saldrá bien, te lo prometo”.
Para colmo, las primeras flores que teñimos quedaron duras como piedras porque no mezclamos suficiente agua con la pintura. Un error de novatas. Después de un poco de ensayo y error (y una madriguera en YouTube), por fin lo conseguimos. Resulta que añadiendo un poco de glicerina y agua tibia se mantienen suaves y flexibles.

Cuando nos dimos cuenta, todo fue mucho más fácil. Pasamos dos noches enteras convirtiendo mi departamento en un taller de flores, poniendo música a todo volumen y tiñendo como si estuviéramos dirigiendo una especie de estudio de arte. Y para ser sincera, acabó siendo uno de mis recuerdos preboda favoritos.
Ni siquiera yo podía creer lo bonitas que habían quedado. Los colores eran intensos pero suaves, y los pétalos tenían un aspecto delicado y ligeramente texturizado que los hacía parecer mucho más realistas de lo que esperaba. Los pequeños detalles de los pétalos, la forma en que mantenían su forma y la manera en que captaban la luz eran exactamente lo que siempre había querido.
La gente me preguntaba de dónde había sacado el ramo, dando por hecho que era de alguna floristería de lujo, y cuando les decía que no eran reales, recibía reacciones muy divertidas. Ahora, en lugar de tener un ramo seco metido en una caja, el mío está en un jarrón en el salón de mi casa, tan perfecto como aquel día.
¿Lo volvería a hacer? Por supuesto que sí. Lo que empezó siendo casi un desastre se convirtió en algo que recordaré siempre.
5. El último baile

Hicimos un baile privado de despedida, solo yo y mi ahora esposo, cuando se fueron todos los invitados. Al principio parecía un poco tonto o cursi, y el personal estaba limpiando en el fondo. Pero entonces fue como si todas las emociones del día me golpearan y empezara a llorar.
Fue una forma muy especial de acabar el día abrazados sin que nadie nos viera. pm_me_pokemon_pics / Reddit
6. “¡La vida tiene una extraña manera de funcionar!”

Mi prometido y yo nos conocimos en el primer año de universidad, hace ya 13 años. Estuvimos en el mismo grupo de amigos durante toda la universidad. Ambos salimos con otras personas durante la universidad, y justo después de la universidad, mi (entonces) novio me propuso matrimonio. Nos casamos en 2017 a la temprana edad de 23 años.
Mi ahora prometido fue padrino en la boda. Mi entonces esposo venía de una familia extremadamente tradicional de 6 hijos donde el patrón era: comprometerse a los 22, casarse a los 23 e inmediatamente empezar a tener hijos. En eso estábamos cuando, al cabo de poco más de un año de casados, mi marido empezó a cuestionarse su sexualidad. Resumiendo, acabamos divorciándonos y seguimos siendo los mejores amigos.
Se casó el pasado agosto (en una pequeña ceremonia). Cuando me estaba divorciando, me reencontré mi ahora prometido, al que no veía hacía al menos un año, probablemente más. Hay mucho más, pero el pasado día de San Valentín, me pidió que me casara con él y ahora, un año más tarde, nos casaremos. Y mi exesposo es padrino en esta boda. La vida tiene una extraña forma de funcionar. lindsay3394 / Reddit
